CODIGO BINARIO:
Desde
el mismo momento en que ya el sistema operativo se encuentra
funcionando, podemos proceder a abrir el programa utilitario o
aplicación con la que deseamos trabajar. El funcionamiento de un
programa o software utilitario de aplicación, al igual que el
sistema operativo, se basa en seguir un conjunto de instrucciones
programadas que nos permiten
realizar un trabajo. Existen infinidad de aplicaciones de uso común, que
van desde el procesador o editor de textos hasta
otras con las que podemos realizar diseños gráficos, editar video,
editar sonido, ejecutar videojuegos, etc.
Las instrucciones de todos los programas están escritas en líneas de
texto o lenguaje de alto nivel, comprensible para el programador que
crea el software o programa, pero no para el ordenador. Para que el
ordenador entienda esas instrucciones es necesario traducirlas primero,
con la ayuda de otro programa, a un lenguaje de bajo nivel o código
máquina, que convierte las líneas de texto en código binario, es decir,
en dígitos “0” y “1”, o
bits de código binario, que es el único lenguaje que entiende el
microprocesador y los dispositivos que integran el ordenador. El
conjunto
que forma la combinación de ocho unos y ceros como, por ejemplo,
10001010, o lo que es igual, ocho
bits (un bit correspondiente a cada uno y otro bit correspondiente a
cada cero), recibe el nombre de “Byte”.
Cuando utilizamos un programa, por ejemplo, el procesador o editor de
texto u otro similar, las palabras que escribimos en el teclado y las
órdenes que introducimos por medio del ratón las recibe el
sistema operativo en código binario. Éste, en primera instancia,
identifica de donde procede la información que le llega (en este caso el
editor de textos), la acepta como datos que le envía ese programa y por
medio del microprocesador o CPU los reenvía a la memoria
RAM, igualmente en código binario.
A partir de ese momento la información quedará almacenada en la RAM de
forma temporal, incluyendo también la información del formato que tiene
el documento de texto,
o sea, tipo y puntaje o tamaño de la fuente de letras, colores, ancho de
los márgenes de la página,
etc. Esa información relacionada con los datos del formato del documento
constituyen instrucciones prefijadas por el programador, pero que en la
mayoría
de los caso podemos cambiar o ajustar a nuestra conveniencia, siempre y
cuando el programa haya sido
preconcebido para permitir que se introduzcan esos cambios.
Toda la información que supervisa el sistema operativo la envía al
microprocesador y éste a su vez a la tarjeta gráfica para representarla
visualmente en la pantalla del monitor.
Una vez que el usuario termina de trabajar en un fichero lo más normal
es que lo quiera
guardar pasándolo al disco duro, o a cualquier otro soporte de
almacenamiento de datos. Para ello, cuando se selecciona la opción
“Guardar” que
tienen todos los programas, el sistema operativo recibe la solicitud y
hace que se despliegue una ventana para que el usuario seleccione el
camino o lugar donde se encuentra la carpeta
en la cual se quiere guardar dicho fichero o archivo (aunque también se
puede crear una nueva carpeta
para guardarlo). A continuación se escribe el nombre con el que se
identificará al
fichero y se concluye la operación de guardar. Inmediatamente el sistema
operativo
envía una orden a la memoria RAM y el documento que se encontraba
ahí guardado, de forma transitoria, pasa a almacenarse en el soporte
magnético u óptico seleccionado. En ese soporte el fichero permanecerá
guardado indefinidamente, aunque se apague el ordenador,
permitiendo que posteriormente podamos leerlo, modificarlo o borrarlo
cuando sea
necesario al abrirlo de nuevo.
Mientras el fichero con el que estamos trabajando no se guarde en el
disco duro o en cualquier otro soporte de almacenamiento de datos, se
corre
el peligro de perder la información si ocurriera un fallo como, por
ejemplo, el
cuelgue o bloqueo
del programa con el cual estamos trabajando, o del propio programa del
sistema operativo. Cuando eso ocurre y no es raro que ocurra, nos
veremos impedidos de ejecutar la acción de “guardar”, con lo cual no
sólo
se perderá todo el contenido del fichero, sino también todo el tiempo de
trabajo
que habíamos invertido en crearlo.
La pérdida de la información de un fichero cuando se cuelga o
bloquea el programa con el cual lo estamos creando o el propio ordenador
ordenador, se debe a que todo el contenido de la memoria RAM se borra cuando
nos vemos obligados a cerrar forzosamente una aplicación sin que ofrezca la
posibilidad de salvar primeramente el fichero, por
tener que reiniciar de nuevo el ordenador (reset) para desbloquearlo,
o también cuando apagamos nosotros mismos el ordenador sin haber procedido primero a
guardar debidamente la aplicación, aunque en este último caso siempre aparece una ventana alertando
que el fichero no ha sido guardado.
Como la RAM es una memoria volátil o transitoria, que sólo
almacena los datos mientras se encuentra energizada, lo más recomendable
es ir guardando cada cierto tiempo el fichero mientras lo estamos
trabajando. De esa forma si ocurriera un cuelgue o bloqueo en el
ordenador solamente se pierde la información correspondiente a los
últimos minutos invertidos después de
haberlo guardado por última vez.
Cuando el usuario termina de trabajar con el ordenador y quiere apagarlo, no lo puede hacer
directamente oprimiendo el botón de encendido/apagado del equipo. Para apagar
el ordenador sin correr riesgos es estrictamente necesario seguir los pasos estipulados para
realizar esa acción, porque de no hacerse así se pudiera ver afectado el sistema
operativo pudiendo llegar hasta el punto de que posteriormente no arranque. Lo normal es cerrar
siempre primero todos los programas que se encuentran abiertos
después de haber guardado el fichero o ficheros con los que hemos estado trabajando y por último proceder a cerrar el
sistema operativo siguiendo los pasos específicos para ese fin.
Hay sistemas operativos como Windows, que apagan automáticamente el ordenador después que el usuario selecciona la opción
"Apagar el Equipo". Si esa propiedad no está activada o no está
disponible (cosa que depende también de la antigüedad del ordenador),
entonces habrá que proceder a cerrar igualmente el
sistema operativo de la misma forma más arriba explicada y una vez que
se muestre un texto en la pantalla del monitor indicando
“puede apagar su equipo con seguridad”, se procede a oprimir manualmente durante unos segundos el
mismo botón o interruptor que utilizamos para el encendido, hasta que se apague.