viernes, 4 de noviembre de 2011



CODIGO BINARIO:



Desde el mismo momento en que ya el sistema operativo se encuentra funcionando, podemos proceder a abrir el programa utilitario o aplicación con la que deseamos trabajar. El funcionamiento de un programa o software utilitario de aplicación, al igual que el sistema operativo, se basa en seguir un conjunto de instrucciones programadas que nos permiten realizar un trabajo. Existen infinidad de aplicaciones de uso común, que van desde el procesador o editor de textos hasta otras con las que podemos realizar diseños gráficos, editar video, editar sonido, ejecutar videojuegos, etc.

Las instrucciones de todos los programas están escritas en líneas de texto o lenguaje de alto nivel, comprensible para el programador que crea el software o programa, pero no para el ordenador. Para que el ordenador entienda esas instrucciones es necesario traducirlas primero, con la ayuda de otro programa, a un lenguaje de bajo nivel o código máquina, que convierte las líneas de texto en código binario, es decir, en dígitos “0” y “1”, o bits de código binario, que es el único lenguaje que entiende el microprocesador y los dispositivos que integran el ordenador. El conjunto que forma la combinación de ocho unos y ceros como, por ejemplo, 10001010, o lo que es igual, ocho bits (un bit correspondiente a cada uno y otro bit correspondiente a cada cero), recibe el nombre de “Byte”.

Cuando utilizamos un programa, por ejemplo, el procesador o editor de texto u otro similar, las palabras que escribimos en el teclado y las órdenes que introducimos por medio del ratón las recibe el sistema operativo en código binario. Éste, en primera instancia, identifica de donde procede la información que le llega (en este caso el editor de textos), la acepta como datos que le envía ese programa y por medio del microprocesador o CPU los reenvía a la memoria RAM, igualmente en código binario.

A partir de ese momento la información quedará almacenada en la RAM de forma temporal, incluyendo también la información del formato que tiene el documento de texto, o sea, tipo y puntaje o tamaño de la fuente de letras, colores, ancho de los márgenes de la página, etc. Esa información relacionada con los datos del formato del documento constituyen instrucciones prefijadas por el programador, pero que en la mayoría de los caso podemos cambiar o ajustar a nuestra conveniencia, siempre y cuando el programa haya sido preconcebido para permitir que se introduzcan esos cambios. Toda la información que supervisa el sistema operativo la envía al microprocesador y éste a su vez a la tarjeta gráfica para representarla visualmente en la pantalla del monitor.

Una vez que el usuario termina de trabajar en un fichero lo más normal es que lo quiera guardar pasándolo al disco duro, o a cualquier otro soporte de almacenamiento de datos. Para ello, cuando se selecciona la opción “Guardar” que tienen todos los programas, el sistema operativo recibe la solicitud y hace que se despliegue una ventana para que el usuario seleccione el camino o lugar donde se encuentra la carpeta en la cual se quiere guardar dicho fichero o archivo (aunque también se puede crear una nueva carpeta para guardarlo). A continuación se escribe el nombre con el que se identificará al fichero y se concluye la operación de guardar. Inmediatamente el sistema operativo envía una orden a la memoria RAM y el documento que se encontraba ahí guardado, de forma transitoria, pasa a almacenarse en el soporte magnético u óptico seleccionado. En ese soporte el fichero permanecerá guardado indefinidamente, aunque se apague el ordenador, permitiendo que posteriormente podamos leerlo, modificarlo o borrarlo cuando sea necesario al abrirlo de nuevo.

Mientras el fichero con el que estamos trabajando no se guarde en el disco duro o en cualquier otro soporte de almacenamiento de datos, se corre  el peligro de perder la información si ocurriera un fallo como, por ejemplo, el cuelgue o bloqueo del programa con el cual estamos trabajando, o del propio programa del sistema operativo. Cuando eso ocurre y no es raro que ocurra, nos veremos impedidos de ejecutar la acción de “guardar”, con lo cual no sólo se perderá todo el contenido del fichero, sino también todo el tiempo de trabajo que habíamos invertido en crearlo.

La pérdida de la información de un fichero cuando se cuelga o bloquea el programa con el cual lo estamos creando o el propio ordenador ordenador, se debe a que todo el contenido de la memoria RAM se borra cuando nos vemos obligados a cerrar forzosamente una aplicación sin que ofrezca la posibilidad de salvar primeramente el fichero, por tener que reiniciar de nuevo el ordenador (reset) para desbloquearlo, o también cuando apagamos nosotros mismos el ordenador sin haber procedido primero a guardar debidamente la aplicación, aunque en este último caso siempre aparece una ventana alertando que el fichero no ha sido guardado.

Como la RAM es una memoria volátil o transitoria, que sólo almacena los datos mientras se encuentra energizada, lo más recomendable es ir guardando cada cierto tiempo el fichero mientras lo estamos trabajando. De esa forma si ocurriera un cuelgue o bloqueo en el ordenador solamente se pierde la información correspondiente a los últimos minutos invertidos después de haberlo guardado por última vez.

Cuando el usuario termina de trabajar con el ordenador y quiere apagarlo, no lo puede hacer directamente oprimiendo el botón de encendido/apagado del equipo. Para apagar el ordenador sin correr riesgos es estrictamente necesario seguir los pasos estipulados para realizar esa acción, porque de no hacerse así se pudiera ver afectado el sistema operativo pudiendo llegar hasta el punto de que posteriormente no arranque. Lo normal es cerrar siempre primero todos los programas que se encuentran abiertos después de haber guardado el fichero o ficheros con los que hemos estado trabajando y por último proceder a cerrar el sistema operativo siguiendo los pasos específicos para ese fin.

Hay sistemas operativos como Windows, que apagan automáticamente el ordenador después que el usuario selecciona la opción "Apagar el Equipo". Si esa propiedad no está activada o no está disponible (cosa que depende también de la antigüedad del ordenador), entonces habrá que proceder a cerrar igualmente el sistema operativo de la misma forma más arriba explicada y una vez que se muestre un texto en la pantalla del monitor indicando “puede apagar su equipo con seguridad”, se procede a oprimir manualmente durante unos segundos el mismo botón o interruptor que utilizamos para el encendido, hasta que se apague.

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